Como consecuencia del reto climático y derivado de la progresiva descentralización de la generación eléctrica, los consumidores se están empezando a empoderar convirtiéndose en prosumidores activos, capaces de generar, almacenar y redistribuir energía cuando sea necesario. Gracias a la digitalización, los edificios prosumidores se convierten en piezas claves del puzzle energétic.